15 de diciembre de 2019
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14 de diciembre de 2019
Educar para...
(Publicado en Escuela el 11 de diciembre de 2019)
Educar para conocer, para manejar, para valorar, para
participar. Cuatro fines para una educación que trascienda las coyunturas y no
se limite a la mera yuxtaposición de asignaturas. Cuatro infinitivos de
inspiración ilustrada que sintonizan con la idea de que educar es principalmente
humanizar, propiciar que las nuevas generaciones se apropien del inmenso acervo
de saberes, destrezas, valores y hábitos que son patrimonio común de los
humanos y la mejor herencia para quienes se asoman ahora a la vida y llegarán a
conocer el segundo siglo del tercer milenio.
Son cuatro fines que van más allá de los currículos
sustantivos y disciplinados. Por eso se formulan en infinitivo. Porque no se
trata solo de enseñar conocimientos, técnicas, valores o normas. Se trata de
aprender a relacionarse con todo eso con la apertura propia de lo infinitivo, la
que da sentido a un sujeto que disfruta conociendo el mundo en el que vive, manejándose
con soltura en él, valorando lo bueno, lo bello y lo justo y participando
también en la mejora de ese mundo. Son infinitivos que promueven competencias
pero no se limitan a ellas. Su alcance es más amplio porque tiene que ver con
dimensiones esenciales de la condición humana.
Somos homo
sapiens pero no nacemos sabios ni lúcidos, por eso tiene tanto sentido
educar para conocer, para satisfacer esa innata curiosidad que en nuestra
especie está estrechamente imbricada con el lenguaje, con la capacidad de poner
nombres a las cosas, de evocar lo que ya no es, de anticipar lo que aún no es y
de imaginar lo que podría ser o lo que nunca será. Educar para conocer no es solo
acopiar conocimientos, porque la mayor riqueza de ese afán no es recordar los
que se tienen sino seguir anhelando los que aún no se han alcanzado. Así son
las ciencias. No meros almacenes de respuestas y teoremas sino viveros de
preguntas y de hipótesis. Educar para conocer es, por tanto, alimentar una
querencia insaciable. La propia de una especie que disfruta más indagando sobre
lo que aún ignora que recreándose en lo que ya sabe.