¿Cómo organizar la presencia de los escolares en cada aula y en cada centro cuando es precisamente la coincidencia en espacios cerrados lo que compromete la seguridad de las personas en estos tiempos de pandemia?
Sin duda el desafío no tiene una respuesta fácil. Ni única. Y estaría bien que todos partiéramos de este hecho para, mejor que reclamar duramente a otros, adoptáramos actitudes más constructivas y colaborativas. En este sentido, ayudan poco quienes demandan decisiones rápidas que consistirían principalmente en la contratación de muchos profesores sin tener en cuenta que las ratios por docentes no son más importantes que las ratios por espacios y de momento nadie está proponiendo un aumento radical (vía albañilería intensiva y estival) de la capacidad de nuestros edificios escolares.
La solución, por tanto, no puede ser única ni puede venir solo desde las administraciones. Las características propias de cada edificio escolar, el número de etapas y líneas que alberga, la diversidad de sus enseñanzas y el contexto en el que se sitúa hacen que no tengan sentido las soluciones de talla única. Ni tampoco las de talla escalable. Por eso es tan importante que, más allá de la definición genérica de los tres escenarios prospectivos que cabe suponer (actividades presenciales, actividades a distancia y actividades de carácter híbrido), tanto desde las administraciones como desde los propios centros se demuestre mucha flexibilidad, imaginación y responsabilidad en la forma de preparar esos tres escenarios que, por lo demás, tampoco deben ser concebidos como estancos.
Sin duda el desafío no tiene una respuesta fácil. Ni única. Y estaría bien que todos partiéramos de este hecho para, mejor que reclamar duramente a otros, adoptáramos actitudes más constructivas y colaborativas. En este sentido, ayudan poco quienes demandan decisiones rápidas que consistirían principalmente en la contratación de muchos profesores sin tener en cuenta que las ratios por docentes no son más importantes que las ratios por espacios y de momento nadie está proponiendo un aumento radical (vía albañilería intensiva y estival) de la capacidad de nuestros edificios escolares.
La solución, por tanto, no puede ser única ni puede venir solo desde las administraciones. Las características propias de cada edificio escolar, el número de etapas y líneas que alberga, la diversidad de sus enseñanzas y el contexto en el que se sitúa hacen que no tengan sentido las soluciones de talla única. Ni tampoco las de talla escalable. Por eso es tan importante que, más allá de la definición genérica de los tres escenarios prospectivos que cabe suponer (actividades presenciales, actividades a distancia y actividades de carácter híbrido), tanto desde las administraciones como desde los propios centros se demuestre mucha flexibilidad, imaginación y responsabilidad en la forma de preparar esos tres escenarios que, por lo demás, tampoco deben ser concebidos como estancos.