1 de julio de 2025

Opositores silentes

Yo había oído que algunos funcionarios se presentaban voluntarios para participar en la logísticade las oposiciones. A otros les tocaba por sorteo, como te puede tocar una mesa electoral o un jurado popular, lo que es mucho peor. Pero esa mujer que supervisaba con autoridad militar la correcta distancia entre nosotros, ¿estaba allí obligada o por voluntad propia? Ambas posibilidades me parecían aterradoras. Yo misma, ¿cómo estaba allí? ¿Obligada o por voluntad propia?
Sara Mesa. Oposición
 
Soy una servidora pública, fiel cumplidora de lo que la administración espera de mí, una subordinada a la institución. Pero no a sus pies, reverendísima majestad burocrática. Aquí me tiene pensando y besando con dedos las teclas, pidiendo que también usted sea una activista, que se contagie de ese espíritu de incorformismo y justicia, que predomine la razón de un hacer responsable y con sentido, y no la obediencia acrítica.
Remedios Zafra. El informe

En los años impares. Esa es la cadencia habitual del acceso a la docencia en enseñanza secundaria. Algo que sería impensable en otros servicios públicos. Que fuera bianual, por ejemplo, la gran ceremonia del examen del MIR y que quienes rechazaran una plaza de atención primaria tuvieran que esperar dos años para intentar acceder a otra especialidad. O que no se celebraran todos los años las oposiciones a jueces, fiscales, policías, guardias civiles y tantas otras profesiones del sector público. Sin embargo, desde hace tiempo las oposiciones del profesorado se convocan en muchas comunidades así. Y no parece atisbarse el regreso a las convocatorias anuales con que antes se accedía a la función pública docente.

De hecho, ni siquiera son siempre cada dos años. En la década pasada las oposiciones de secundaria eran en los años pares, pero no se convocaban en todas las especialidades. Por motivos pandémicos no las hubo en 2020 (aunque ese año sí hubo EBAU), así que quienes terminaron el máster de profesorado de secundaria en 2018 debieron esperar tres años para opositar por primera vez y cinco para tener una segunda oportunidad de hacerlo porque ya no volvieron a ser en los años pares.

La pandemia acusó más intensamente ese defecto estructural en el acceso a la función pública en secundaria por el cual los egresados del máster se dividen en dos grupos: los de la cohorte que ha de esperar un año para poder opositar por primera vez y los que tienen que esperar dos para poder hacerlo. Un tiempo muy bien aprovechado como nicho de negocio por esas academias privadas en las que sacan un sobresueldo algunos funcionarios públicos que fueron opositores exitosos o que en algún momento formaron parte de un tribunal

8 de mayo de 2025

Evaluadores silentes

              (Publicado en Cuadernos de Pedagogía el 6 de mayo de 2025)

En primaria y en la ESO las calificaciones finales son indicadores importantes sobre el progreso del alumnado que interesan principalmente a las familias y a los equipos docentes. Sin embargo, en el bachillerato se expresan de forma numérica y tienen importancia decisiva para el acceso a estudios posteriores. Las mayores preocupaciones se dan en 2º de bachillerato, un curso de duración significativamente mermada que se ve muy condicionado por la PAU y por las expectativas del alumnado tras ella. Por eso no es de extrañar que algunos consideren tan crucial obtener un 10 en lugar de un 9 como lo es para otros alcanzar un 5 en lugar de un 4.

Todo ello afecta también a los docentes ya que, por muy ricos y variados que sean los instrumentos y referentes de evaluación y por muy refinada que sea la forma en que traducen a una expresión numérica, lo cierto es que la calificación final de cada materia se ha de sintetizar en un número entero y ello plantea algunos problemas. Por ejemplo, si en el cálculo de la nota final un alumno obtiene un 7,6 y otro un 8,4 es posible que ambos acaben siendo calificados con un 8 a pesar de que su evaluación efectiva se distancia en casi un punto. Esto hace que las calificaciones finales puedan estar afectadas por cierto grado de incertidumbre ya que ese efecto puede beneficiar a unos (si han tenido más redondeos al alza en sus materias) y perjudicar a otros (si sus redondeos han sido en mayor medida a la baja). Esta incertidumbre se convierte en sesgo si quien evalúa, en lugar de hacer ese redondeo, decide truncar todas sus calificaciones al entero inferior o, por el contrario, decide elevarlas todas al entero superior.

En países como Portugal, donde las calificaciones van del 0 al 20, esas incertidumbres son menores, pero la escala española genera imprecisiones significativas que solo pueden reducirse si en las juntas de evaluación final se dedica mucha atención a la forma en que se adoptan las decisiones finales sobre las calificaciones del alumnado