28 de marzo de 2020

¿Qué puede (y debe) ofrecer la escuela a los hogares confinados?

Ahora parecen muy lejanas las controversias sobre el control parental, los vapores STEAM, las ilusiones bilingües y tantas otras modas mediáticas sobre la escuela. Las urgencias de la realidad hacen que el debate sobre el futuro de la institución escolar y la posibilidad de una educación sin escuelas no sea solo una especulación prospectiva de los teóricos de la educación sino una circunstancia que ahora mismo es real en muchos países. Los docentes, los centros escolares y las administraciones educativas afrontan esta situación imprevista generando estrategias que llegan a los hogares desde lo micro (la materia y el aula), lo meso (el centro escolar) y lo macro (el sistema educativo), los tres niveles relevantes en la acción educativa.

Programas en los que se enseña a hacer raíces cuadradas por televisión, profesores que dan sus clases desde casa a la hora que tenían en su horario, centros que organizan espacios virtuales compartidos y dan a los tutores el papel más importante en la comunicación con las familias… Implicación máxima y coordinada, iniciativas multiplicadas hasta el paroxismo y también encargos continuos de tediosos teledeberes que ahora los alumnos ya no pueden llevar a las clases particulares. Acompañamiento y orientación prudente a los alumnos y sus familias por parte de tutores comprometidos con su función, pero también docentes que siguen trabajando como siempre desde su taifa disciplinar en estos tiempos difíciles.

Y al otro lado, situaciones bien diversas. Casas con jardín, habitación propia, libros, buena luz y máxima conectividad junto a otras que dan a patios interiores que apenas ven el cielo, en las que hay teléfonos celulares pero no ordenadores y en las que no hay más libros que los de texto.  Alumnos que tienen a sus padres en casa, libres del miedo al contagio y apoyándolos en todo momento, pero también otros cuyos padres trabajan ahora con miedo o sufren el miedo a no poder trabajar. Familias cuyos abuelos (desde casa o en una residencia) reciben la dosis diaria de terror que les suministran las pantallas y, por supuesto, familias con más motivos que nadie para no ser olvidadas: las que han sido directamente afectadas por esta tragedia.

10 de marzo de 2020

Horas curriculares, funcionales y de servicio

(Publicado en Escuela el 10 de marzo de 2020)

Tres son las categorías generales que distinguen la naturaleza real del trabajo docente en los centros: tiempo de atención directa al alumnado en relación con el currículo, tiempo para el desarrollo de funciones específicas asignadas a determinados profesores y tiempo para funciones genéricas que pueden desempeñar distintos profesores. Horas curriculares, horas funcionales y horas de servicio podrían ser los nombres para distinguir esas tareas cotidianas de los docentes.

Las horas curriculares son las correspondientes a la docencia directa, las relacionadas con la atención regular a una parte definida del alumnado bien sea en relación con el desarrollo ordinario del currículo, la atención a la diversidad u otras actividades análogas. En términos generales y desde hace varias décadas el profesorado de secundaria dedica a estas tareas en los centros públicos españoles 18 horas semanales (aunque durante algunos años ascendieron a 20). Sin embargo, no se suele tener en cuenta si la suma de esas horas está configurada por la docencia de materias con cuatro o cinco horas semanales o de aquellas que solamente tienen una o dos horas a la semana, con la consiguiente y notable diferencia en el número de grupos y de alumnos que pueden tener a su cargo distintos profesores.

Las horas funcionales en los centros no vienen derivadas directamente del desarrollo del currículo ni transcurren en el aula ante los alumnos. Es el tiempo para el desempeño de funciones específicas que determinados docentes tienen encomendadas durante uno o varios cursos. Tales serían, por ejemplo, las funciones propias de los tutores, los jefes de departamento, los responsables de determinados proyectos o los miembros de los equipos directivos. Se trata de funciones relativamente especializadas que se asignan a determinados profesores sobre las que tienen competencia y responsabilidad. Son funciones que, por lo general, no son intercambiables entre distintos profesores en un mismo curso. Los tiempos asignados a este tipo de tareas (que suelen restarse de aquellas 18) son diversos en relación con la carga de trabajo que se supone para cada función y con la importancia que se le concede al mismo. Así hay Comunidades  Autónomas en las que los tutores de la ESO tienen asignadas semanalmente, además de la hora de tutoría con sus alumnos, otra de reunión con las familias, otra de reunión con la Jefatura de Estudios y el Orientador y dos horas semanales más que se detraen de su carga de trabajo curricular para el desempeño de las tareas propias de su función tutorial. Por el contrario, también hay tutores de bachillerato en España que no disponen de una hora de tutoría en el aula con sus alumnos ni apenas tienen reconocidas otras horas para el desarrollo de esta importante función.