Publicado en UNION. Revista Iberoamericana de Educación Matemática Vol.19 Num. 67 (2023) Abril pdf del artículo
pdf de la presentación por Óscar Macías Álvarez y Juan Carlos Toscano Grimaldi
La
prueba de acceso a la universidad recibe tal atención mediática en España que
parece haberse convertido en un verdadero rito de paso que marca el final de la
adolescencia. Junto al tradicional campeonismo que pone el foco en aquellos
jóvenes que logran las calificaciones más altas y acceden a los grados más
demandados, los medios de comunicación suelen resaltar cada año las incidencias
sobre la dificultad relativa de los exámenes o los eventuales errores en su
diseño que pudieran poner en tela de juicio su objetividad. El guion mediático
suele ser siempre ese y acaba sintonizando con una agenda política que insiste,
año tras año, en el interés (también mediático) que tendrían unas pretendidas pruebas
nacionales. Conviene, en todo caso, superar esas letanías y prestar atención a
aspectos más importantes, pero menos conocidos. Para ello, no estará de más utilizar
las propias matemáticas como herramienta de análisis y no considerarlas solo como
una materia más de esas pruebas. Sobre todo, porque la precisión en los
resultados y la ausencia de sesgos parecen condiciones irrenunciables y son conceptos
especialmente afines a las matemáticas.
Igual
que se presuponía el valor a los soldados (tan invocado en aquel otro rito de
paso que era la mili), a los resultados de la prueba de acceso a la universidad
se les presupone precisión y neutralidad. Quizá por eso, porque se les
presupone, no se cuestiona su rigor algorítmico. Empezaremos por mostrar
algunas imprecisiones estructurales presentes en la forma de cálculo de los
resultados de dicha prueba y también algunos posibles sesgos presentes en ella.