2 de octubre de 2012

¿Tarimas 2.0?

(Publicado en Divulgación y culturacientífica iberoamericana, OEI el 21-11-2009)
 
Los medios de comunicación españoles han recogido últimamente dos noticias curiosas procedentes del mundo educativo: algunos alumnos recibirán ordenadores y algunos profesores recibirán autoridad. Serán los alumnos de quinto de primaria los que recibirán el portátil, sin que nadie les pregunte si ya lo tenían. Serán los profesores madrileños los que recibirán la autoridad, sin que nadie les pregunte tampoco si la habían perdido. Los ordenadores son para la educación 2.0, esa que se basa en la comunicación, la interacción y la construcción colaborativa del conocimiento. La autoridad es para poner a cada uno en su sitio: al profesor sobre la tarima, al alumno callado en su pupitre y a los padres fuera de la escuela.

En la agenda educativa ha entrado con fuerza la educación 2.0 y la necesidad de hacer del sistema educativo la base del progreso económico y social, alfabetizando a alumnos y profesores en la lógica dialógica del nuevo mundo digital. Pero ese tema está coincidiendo en el tiempo con el debate sobre la conveniencia de fortalecer en las aulas la vieja lógica 1.0, con la esperanza de que aguerridos profesores vuelvan a subirse a las tarimas para vigilar y, si procede, castigar a los alumnos.

¿Son posibles las tarimas 2.0? ¿Podrán los inmigrantes educar desde ellas a los nativos digitales? ¿Son profesores entarimados lo que necesitan los alumnos enredados? ¿Es la radicalidad de las soluciones tradicionales lo que requiere la complejidad de los problemas emergentes? ¿Es imposible un diálogo educativo entre las especies generacionales que conviven en los espacios escolares?

No cabe duda de que hoy los buenos profesores son héroes. Lo son porque trabajan a favor de sus alumnos en un mundo empeñado en sostener que los jóvenes y los adultos son enemigos irreconciliables. Esos profesores se han deshecho de las tarimas y han convertido sus aulas en espacios 2.0 desde mucho antes de que entrara en ellas el primer ordenador. Y lo han hecho recordando algo obvio: que un aula, como una red social, puede ser un ágora en el que aprender a dialogar y a participar. Por desgracia son los malos profesores, los malos políticos y los malos opinantes quienes marcan la agenda de la educación mediática. Pero, por fortuna, lo mejor de la educación real está en manos de los héroes, esos profesores y alumnos que cada día conviven y trabajan en las aulas para que el futuro sea mejor que el pasado.

Ojalá que alguna vez desaparezcan de las tarimas mediáticas las letanías apocalípticas de los malos opinantes, los malos políticos y esos malos profesores que piensan que la autoridad educativa es como los portátiles: algo que te dan.

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