20 de diciembre de 2012

El actual ministro de educación, no

(Publicado en Creando Ciudadanía el 17 de noviembre de 2012)

1. La función primordial de la escuela es evitar que la desigualdad familiar de origen determine el destino de las personas. Para el actual ministro de educación, no.

2. Para los gobiernos de los países más desarrollados, la escuela pública es el referente prioritario de las políticas educativas. Para el actual ministro de educación, no. 

3. Cualquier responsable político y cualquier político responsable temería las consecuencias de una reducción del gasto en educación. El actual ministro de educación, no.

4. Suspender debería tener las mismas consecuencias para quienes son ricos que para quienes necesitan una beca para estudiar. Según el actual ministro de educación, no.

5. La promoción de la excelencia educativa es compatible con la integración escolar y social. Para el actual ministro de educación, no.

6 de diciembre de 2012

Nostalgia del futuro

(Publicado en Escuela el 6 de diciembre de 2012)

En el capítulo de Los hijos de los días que Eduardo Galeano dedica a Oscar Niemeyer dice que ese fue el motivo por el que el genial arquitecto comunista decidió pasar de largo los cien años y seguir construyendo edificios en el siglo XXI. Una optimista nostalgia del futuro que como brasileño tenía buenos motivos para sentir.

Niemeyer siempre pensó que la gente es más importante que la arquitectura y que la mejor arquitectura es la que hace más feliz la vida de la gente. En 1989 se le reconoció aquí su valía concediéndole el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. En agradecimiento, tuvo el bello gesto de regalarnos una de sus últimas y más hermosas obras: el centro cultural que lleva su nombre y que hoy se asoma a las aguas de la ría de Avilés.

“Una plaza abierta al mar para todos los hombres y mujeres del mundo; un lugar para la convivencia, la educación, la cultura y la paz”. Ese fue el lema con el que el arquitecto de las curvas blancas bautizó esta joya que parece un trocito de Brasilia o de Río de Janeiro en Asturias. Y decir eso no es decir poco. Porque, si según algunos Asturias es el paraíso natural, según Galeano las curvas de Río fueron diseñadas por Dios el día en que Dios creyó que era Niemeyer.

9 de noviembre de 2012

Recuerdos del futuro

(Publicado en Escuela el 8 de noviembre de 2012)
 
Así tituló Erich von Däniken un libro que tuvo cierto éxito en los años setenta. De esa obra alucinada seguramente solo son rescatables dos cosas: que hablara de lugares tan fascinantes como Nazca y el propio título. Recuerdos del futuro era entonces un oxímoron tan incomprensible como evocador, pero el paso del tiempo lo ha convertido en una expresión reveladora.

Quienes nacimos lo suficientemente lejos del año 2000 como para llegar a él en la edad adulta sabemos lo que significa tener recuerdos del futuro. En la memoria de nuestra infancia y adolescencia  hay imágenes sobre cómo esperábamos que fuera el mundo tras ese año. Aunque Stanley Kubrick situaba en el 2001 su pesadilla sobre la autonomía de la técnica y la amenaza nuclear hacía dudar de si la humanidad alcanzaría siquiera esa fecha, en general teníamos grandes esperanzas sobre el porvenir. En un tiempo en el que tantas dictaduras militares hablaban español era fácil imaginar que en el año 2000 el mundo podría ser mejor.

22 de octubre de 2012

Espacios curriculares protegidos

(Publicado en Escuela el 11 de octubre de 2012)

Asignaturas maría y asignaturas hueso. Esos eran los polos de los espacios curriculares tradicionales. Fuera por sus contenidos o por quien los enseñaba, esa oposición entre lo fácil y lo difícil, lo alegre y lo serio, lo secundario y lo importante, parecía distinguir lo que se hacía en el tiempo escolar.

Al primer grupo pertenecían las asignaturas blandas, las enseñanzas relacionadas con el cuerpo (la gimnasia), la sensibilidad (el dibujo, la música…) o la religión. En el segundo estaban las materias duras, más relacionadas con lo conceptual (las matemáticas, la física, el latín…) En estas el éxito parecía depender de la inteligencia y la memoria, capacidades con las que, según algunos, nacemos desiguales y cuyo desarrollo requiere bastante esfuerzo.

El progreso escolar y el prestigio académico no dependían de los éxitos en las materias maría, sino de las buenas calificaciones en las materias hueso.  Y según el tipo de huesos que cual era capaz de roer (o de los que se le resistían), se distinguían las querencias (o las reticencias) de unos hacia las ciencias y de otros hacia las letras. Así de simple era la orientación educativa en aquel mundo maniqueo que consideraba que el esfuerzo y la felicidad no podían ser simultáneos.

21 de octubre de 2012

Septiembre

(Publicado en Escuela el 13 de septiembre de 2012)

En España septiembre es el mes de lo escolar. Ni el éxodo a la vendimia francesa hace unas décadas ni los fascículos de la publicidad televisiva hace unos años se asociaron tanto con el mes de septiembre como ese hito social y mediático que es hoy la vuelta al cole. A los debates recurrentes (como el precio de los libros o el peso de las mochilas) se unen otros coyunturales (como el acoso escolar o la autoridad del profesorado) y hasta algunos estúpidos (como la separación escolar de los sexos) que animan cada septiembre las tertulias radiofónicas.

Sin embargo, el propio septiembre educativo no suele ser un tema de debate. Entre el comienzo de la liga de futbol y el del curso escolar pasa casi un mes. A mediados de agosto ya hay partidos dominicales en toda España, pero a mediados de septiembre  aún no hay clases diarias en los institutos de algunas comunidades. El fútbol comienza pronto porque se sabe cuántos partidos hay que jugar y la liga no puede llegar al verano. El número de días lectivos del curso también es conocido pero no parece haber problema en llevar su final al verano o en acortar significativamente los días disponibles para segundo de bachillerato (siempre menos de los 175 prescritos).

Aunque en algunos países se haga, no parece sensato en España comenzar el curso en agosto como la liga de fútbol profesional. Pero no estaría mal que pudiera ser en los primeros días de septiembre. Las ventajas son evidentes. Además de garantizar que su finalización no se acercaría a los últimos días de junio, tan calurosos en muchos lugares, habría margen para definir un calendario escolar equilibrado cuyos periodos no lectivos no dependan solo de las fiestas religiosas.

20 de octubre de 2012

“Cesta y puntos” o el imaginario de la excelencia educativa

(Publicado en Escuela el 14 de junio de 2012)

¿Qué código moral tienen en la cabeza quienes defienden la segregación como el mejor medio para promover la excelencia educativa? La respuesta está seguramente en el pasado, en nuestro pasado histórico y en su pasado biográfico.

Aunque ellos no lo sepan, España nunca ha tenido tantos alumnos excelentes como ahora. Ni tan excelentes como los de ahora. Además de la equidad, ese es también uno de los frutos del progreso de nuestra sociedad en las últimas décadas. Un progreso que no debe hacernos olvidar cómo era la época en que cursaban bachillerato quienes ahora ponen en peligro estos logros.

Nuestros bachilleres de excelencia son esos jóvenes brillantes que de todo saben y a los que todo interesa. Leen con pasión, piensan con lucidez, se expresan con soltura (también en otras lenguas), dialogan con respeto y escriben con música en sus palabras. Son buenos alumnos, pero sobre todo son buena gente. Para ellos la vida es más ancha que el currículo y, aunque el nueve y el diez frecuentan sus exámenes, valoran también otras cosas. Por ejemplo, a sus amigos, a quienes quieren y cuidan aunque sean de esos para los que el cinco es ya un sobresaliente. La excelencia y la convivencia se refuerzan mutuamente cuando aquella no es solo curricular y esta es también escolar.

19 de octubre de 2012

La PAU y el calendario escolar

(Publicado en Escuela el 17 de mayo de 2012)

Esta semana han sido evaluados miles de alumnos de 2º de bachillerato en España. El resto apuran ahora sus últimos días de clase antes de la evaluación final. En Asturias fueron evaluados todos entre el 11 y el 14 de este mes. Para entonces llevábamos 145 días lectivos desde septiembre y faltaban aún 30 de los 175 días que según la LOE ha de tener el curso escolar.

La explicación de ese adelanto de la evaluación final es bien conocida: como las pruebas de acceso a la universidad (PAU) se celebran antes de que acabe el curso y hay que respetar los plazos de reclamación de calificaciones y de matriculación en la PAU, la evaluación final de 2º de bachillerato se adelanta a mayo, incluso a la primera quincena de mayo. Es decir, hasta seis semanas antes de que finalice el curso escolar. Y seis semanas de clase dan para mucho.

No deja de ser curioso que el único nivel cuyos contenidos son objeto de una prueba externa sea precisamente el que tiene menos tiempo para su desarrollo antes de la evaluación final.

18 de octubre de 2012

Evaluar, no clasificar

(Publicado en Escuela el 19 de abril de 2012)

Evaluar y analizar la información sobre los resultados es importante. Pero no solo en los niveles macro (los sistemas educativos) y meso (los centros escolares), sino también en la escala micro (lo que sucede cotidianamente en las aulas). En esos tres niveles conviene analizar con detalle la información disponible y sortear la tentación de reducir la evaluación a mera clasificación.

Lamentablemente la compleja y multidimensional información que ofrecen las pruebas internacionales sobre los sistemas educativos no siempre se usa para hacer análisis matizados que fundamenten decisiones prudentes en política educativa. Frecuentemente de esa información solo se destaca que no estamos en los primeros puestos del ranking educativo (los de países muy nórdicos o muy orientales), obviándose lo que esas pruebas muestran sobre nuestros progresos relativos, sobre la equidad de nuestro sistema educativo, sobre las diferencias en las distintas competencias o sobre la distancia que aún existe entre lo que esas pruebas evalúan y lo que se enseña en nuestras aulas. Para algunos los resultados de esas pruebas solo certifican que estamos lejos de Finlandia o de Corea y que es urgente regresar a una eficacia pedagógica supuestamente perdida (¿la de las tarimas y las aulas en blanco y negro?)

17 de octubre de 2012

El valor de la evaluación

(Publicado en Escuela el 15 de marzo de 2012)

Sea por su valor de cambio (para la acreditación) o por su valor de uso (para la formación) parece incuestionable que la evaluación ocupa un lugar central en los sistemas educativos. Incluso hay quien dice que es la clave de bóveda de las instituciones escolares. De hecho, es la única función que nunca se deja de hacer: el desarrollo de los contenidos puede quedar incompleto, los objetivos educativos obviados, las metodologías desvirtuadas, pero ningún alumno sale del sistema educativo sin haber sido evaluado. Evaluar es, quizá, la única función docente a la que nadie objeta, ante la que ningún profesor se declara insumiso. Aunque sea en el último minuto, las calificaciones acaban llegando al acta y la función evaluadora-calificadora-acreditadora del sistema educativo siempre se cumple.

Es verdad que no es lo mismo evaluar que calificar, que valorar es mucho más que ponderar y que un concepto mínimamente riguroso de la evaluación debería ser mucho más complejo que la unidimensional calificación de determinadas actuaciones en exámenes que solo demuestran el ejercicio episódico de ciertas competencias cognitivas (a veces asociadas únicamente con la memoria).

Pero ese valor añadido que la evaluación tiene sobre la calificación no suele ser objeto de reflexión. No se cuestiona si tiene sentido expresar la evaluación de las competencias educativas en la forma de una serie de números de cero a diez para cada una de las materias de cada curso escolar. Si conviene que el cinco siga siendo el rubicón entre la supervivencia y el abismo educativo (y luego social). Si es sensato que todo esto se acepte como obvio y no se sienta la tentación de abrir la caja negra de los procedimientos de estimación cuantitativa del desarrollo de las competencias cualitativas que supuestamente se evalúan.

16 de octubre de 2012

¿Tienen futuro los programas de diversificación?

(Publicado en Escuela el 16 de febrero de 2012)

Lo que sí tienen es pasado. Y un buen pasado, por cierto. Miles de jóvenes superan cada año sus dificultades y consiguen el título de graduado en ESO a través de los programas de diversificación curricular. Y ello porque se considera posible y deseable que alcancen esa titulación, aunque sea con diecisiete o dieciocho años.

Un centro de secundaria con ochenta o cien alumnos en cada nivel puede tener hasta quince de ellos en los grupos de diversificación de 3º y de 4º de la ESO. Son adolescentes cuyas dificultades de aprendizaje no se resuelven con repeticiones ordinarias. En los programas de diversificación se adaptan los currículos y se promueve un trabajo integrado que les ayuda a continuar con éxito en la educación postobligatoria. Así se evita que formen parte de ese porcentaje de no graduados en la ESO que sigue distanciando a nuestro sistema educativo de las tasas europeas de éxito escolar.

Esas deseadas cifras europeas son las que ya tienen las comunidades autónomas que han apostado decididamente por programas de este tipo. Es verdad que los porcentajes más elevados de titulación en la ESO a los dieciséis, y especialmente  a los diecisiete y a los dieciocho años, se dan en el norte, en las zonas menos afectadas por los cantos de sirena con los que el ladrillo atrajo a tantos jóvenes en la década pasada. Pero precisamente ahora que esos cantos han cesado no tiene sentido desincentivar la permanencia en la ESO después de los dieciséis años. Y mucho menos normalizar su finalización a los quince.

15 de octubre de 2012

Orientación educativa y vertebración escolar

(Publicado en Escuela el 19 de enero de 2012)

Permanecer en el mismo colegio desde tres años hasta casi la mayoría de edad o cambiar necesariamente de centro a los doce años. Esa es una de las diferencias más significativas entre la escolarización privada y la pública en España. Aunque está tan naturalizada que resulta casi invisible, es una de las razones por las que algunos prefieren la educación privada para sus hijos.

Los modelos predominantes en otros países parecen desaconsejar una escolarización prolongada en un mismo centro, por lo que quizá el modelo público sea mejor que el privado desde un punto de vista educativo. Sin embargo, lo que algunos esperan de la institución escolar no es solo formación sino también cierta socialización homogénea. En este sentido, una escolarización larga en una misma institución con fuerte identidad hace más fácil juntarse pronto con unos y evita tener que convivir con otros. Y para muchas familias lo más importante son precisamente esos efectos secundarios derivados de la organización escolar.

Aunque podrían analizarse más profundamente las consecuencias de la dicotomía entre la escolarización biinstitucional/pública y la monoinstitucional/privada, parece evidente que siguen faltando en la educación pública medidas que favorezcan la continuidad en el seguimiento de los alumnos en el tránsito de los colegios a los institutos.

14 de octubre de 2012

Primera evaluación

(Publicado en Escuela el 1 de diciembre de 2011)

22 de diciembre: lotería, villancicos en algunas aulas, notas de la primera evaluación… Un rito anual que asociamos con nuestra infancia y adolescencia. Pero también una fecha emblemática que viene a cerrar el primer trimestre de nuestro trabajo como docentes.

Quienes, como alumnos o como profesores, estábamos en los institutos en los años ochenta sabemos lo mucho que ha cambiado en ellos el tiempo escolar del primer trimestre. En aquellos años era raro que las clases comenzaran antes de que acabara septiembre y era frecuente que los interinos llegaran a los centros en torno a la fiesta del Pilar. Así que a mediados de diciembre apenas llevábamos dos meses efectivos de clase y había que apurar los días disponibles para hacer los exámenes. La primera evaluación solía ser hacia la última semana de clase y los boletines de notas se entregaban justo antes de las vacaciones. Entre los exámenes y las notas había un breve tiempo muerto que cada profesor usaba según su carácter: unos lo entretenían como podían (poniendo películas o simplemente dejando hacer), otros intentaban mantener la normalidad y comenzaban el siguiente tema.

13 de octubre de 2012

Fetichismo del concordato

(Publicado en Escuela el 3 de noviembre de 2011)

Nuestro sistema educativo dedica a la formación religiosa cerca de un curso escolar. La materia de religión tiene un mínimo de una hora semanal en cada curso de educación infantil, de hora y media en cada curso de primaria y de cinco horas en los cuatro cursos de la ESO. En total, nuestros niños y adolescentes dedican a la religión al menos 595 horas entre los tres y los dieciséis años. Un curso de primaria tiene 875 horas.  Más de dos tercios de un curso escolar es, por tanto, el tiempo destinado a la religión en la educación básica.

Dos tercios de un curso escolar es mucho tiempo. Y mucho dinero. Un tiempo y un dinero perdidos por quienes no reciben esas enseñanzas pero están obligados a permanecer en las aulas en lo que eufemísticamente se denomina “atención educativa”.

¿Cómo afectaría a la calidad y eficiencia de nuestro sistema educativo que ese tiempo y ese dinero se pudieran dedicar, por ejemplo, a la lectura, a las ciencias o a las artes? ¿Qué tiene España que no tengan otros países para destinar casi un curso escolar a actividades que PISA no valora?

12 de octubre de 2012

Repetir con sueltas

(Publicado en Escuela el 6 de octubre de 2011)

El 2 de noviembre de 2007 se aprobó el Real Decreto que establece la estructura del bachillerato. Su principal novedad era un sistema de repetición que permitía que los alumnos que no hubieran superado tres o cuatro materias en primero pudieran repetirlas cursando a la vez algunas de segundo. Por primera vez una norma española asumía que es absurdo repetir lo ya aprobado y que conviene siempre aprovechar el tiempo disponible: “Al establecer la posibilidad de repetir el primer curso en determinadas condiciones pero avanzando contenidos del segundo, se logra optimizar el esfuerzo del alumnado reconociendo los aprendizajes demostrados. Esta previsión acerca el régimen académico de esta etapa al de otros estudios [los universitarios] y supone una mayor flexibilidad. Estas palabras del preámbulo muestran que esa flexibilización del bachillerato que hoy tanto se reclama ya estuvo en el BOE hace cuatro años.

Sin embargo, el 2 de febrero de 2009 la Federación Española de Religiosos de Enseñanza Titulares de Centros Católicos (FERE-CECA) consiguió anular esa medida. Ese día el Tribunal Supremo estimó favorablemente su recurso contra el artículo 14.2 de aquel Real Decreto. Así, los miles de alumnos que cada año repiten primero con solo tres o cuatro materias no pueden utilizar el resto de su tiempo semanal para avanzar en las de segundo, con lo que, lejos de reducirse su riesgo de abandono, se aumenta la probabilidad de que dejen el bachillerato. Esta perversa carambola normativa ha hecho que un modelo de repetición pensado para reducir el abandono escolar haya acabado casi fomentándolo.

11 de octubre de 2012

¿Para qué sirve un tutor?

(Publicado en Escuela el 8 de septiembre de 2011)

Cualquier aficionado a la jardinería lo sabe. Un tutor sirve para acompañar y guiar el crecimiento del árbol impidiendo que se tronche o se malogre. El tutor es la guía que lo acompaña y le da soporte hasta que es fuerte y su desarrollo no peligra.

Un papel similar tiene también el tutor en el sistema educativo. Educar significa dirigir, encaminar y está emparentado con “ducere” (conducir) y “educere” (sacar afuera, criar). Esa función de guía, orientación y seguimiento que corresponde a los tutores es, por tanto, central en la acción educativa. Especialmente para los alumnos que tienen más probabilidades de ver malograda su educación básica en edades tan delicadas como las de la adolescencia.

En España desde la educación infantil hasta la secundaria la formación del alumno está acompañada cada curso por un docente que se encarga de su seguimiento. Es el tutor. Alguien que está casi todo el tiempo con su grupo de alumnos en la educación infantil, que pasa buena parte de la semana con ellos en la primaria y que está sólo algunas horas en secundaria. Por eso, desde que esta etapa es obligatoria, existe una hora semanal específica para la tutoría.

10 de octubre de 2012

Pongo la llave en el contacto

(Publicado en Divulgación y cultura científica iberoamericana de la OEI el 20-09-2009)
 
Pongo la llave en el contacto. Mi automóvil arranca. Salgo a la autopista. Una señal indica la velocidad máxima a la que puedo circular: 120 km por hora. Miro el panel del salpicadero. Parece que mi automóvil podría alcanzar hasta 240. Vigilo que no supere el límite de velocidad. Un anuncio me recuerda que no debo conducir si he bebido alcohol. No lo he hecho. Cuando voy a conducir controlo lo que bebo. Estoy pensando en estas cosas cuando otro automóvil me adelanta veloz. Debe ir a más de 150. Quizá su conductor sí haya bebido alcohol.

Pongo la llave en el contacto. Mi automóvil no arranca. Me doy cuenta de que no he soplado la llave. Lo hago. El dispositivo no detecta alcohol en mi aliento y ahora el motor arranca. Salgo a la autopista. Acelero. Al llegar a 120 suena un pitido. Estoy superando el límite de velocidad. Pruebo a seguir acelerando. El pitido se hace más molesto. A partir de 130 mi automóvil no aumenta su velocidad aunque pise a fondo el acelerador. El panel indica hasta 140 km por hora pero mi automóvil no alcanza esa velocidad. No hay radares en la autopista porque ningún conductor puede rebasar apenas el límite establecido. Tampoco hay controles de alcoholemia. No hacen falta. Ningún vehículo se pone en marcha si su conductor ha bebido.

9 de octubre de 2012

104 educadores por el Centro Niemeyer

(Publicado -abreviado- en El País el 20-12-2011)

“Una plaza abierta a todos los hombres y mujeres del mundo, un lugar para la educación, la cultura y la paz”. Así definió Óscar Niemeyer, ese genial arquitecto que acaba de cumplir 104 años, su maravilloso regalo para Asturias. Mucho antes de que esa plaza estuviera construida frente a la ría de Avilés, el Centro Niemeyer iba haciendo realidad esos propósitos con actividades en las que -damos fe de ello- la cultura ha estado siempre vinculada con la educación. La paz la presuponíamos todos al vivir en una sociedad democrática que comparte la voluntad de que el futuro sea mejor que el pasado y que asume que los afanes por construirlo juntos deben ser siempre más intensos que nuestras posibles discrepancias.

Más de un millón de ciudadanos han disfrutado durante estos meses de esa plaza abierta al mundo. Pero no el presidente de nuestro gobierno regional ni el consejero de cultura. Ellos no han querido acercarse a conocer el Centro Niemeyer ni asistir a ninguno de los eventos culturales que han tenido lugar en él. En sus acciones no han buscado la consolidación y multiplicación de sus innegables éxitos. Más bien se han dedicado durante este tiempo a cuestionar la honorabilidad de los profesionales que los han hecho posibles y a desbaratar un sueño que se había hecho realidad desde la pasada primavera.

8 de octubre de 2012

The End

(Publicado el 15-11-2011 en La Nueva España y La Voz de Avilés)
Esta tarde he visto la última película en el Niemeyer. Desde hace algún tiempo anoto los títulos de las que veo, por eso sé que, con la de hoy, son cuarenta las películas que he visto allí. A modo de letanía u oración fúnebre las recordaré al final de este escrito en el orden en que las he disfrutado desde el 7 de junio hasta hoy, 13 de noviembre, en que se cierra el cine del Niemeyer.

Desde que tengo memoria conservo recuerdos de películas vistas en cines. El primero, el de la tarde de un domingo que, con cuatro o cinco años, me llevaron unas chicas mayores (de doce o trece) a ver una película de Raphael en el pequeño cine del barrio en que nací. A comienzos de los ochenta aprendí los nombres de muchos directores europeos en los ciclos de la Casa de la Cultura de la calle Jovellanos. De hecho, el golpe del 23F lo tengo asociado con Godard porque aquel lunes la Alianza Francesa proyectaba allí una película suya. El verano de las oposiciones es, para mi, el tiempo en que descubrí los Alphaville y disfruté con los estrenos o las reposiciones de las maravillosas películas en versión original (La noche del cazador, Atraco perfecto, Senderos de gloria…) que ocuparon tantas tardes de aquel julio del ochenta y seis. Desde entonces es rara la vez que voy a Madrid y no me paso por la calle Martín de los Heros o que estoy en Barcelona y no me acerco a la calle Verdi. Son costumbres que he llevado también a mis viajes a La Habana, Montevideo o Buenos Aires. Creo que las ciudades cobran vida al verlas en el cine pero también que sus cines muestran algo de la vida que tienen las ciudades.

7 de octubre de 2012

La luz del Niemeyer

(Publicado el 30-09-2011 en La Nueva España, La Voz de Avilés y La Voz de Asturias)

Cuando este otoño de 2011 sea un tiempo muy lejano la luz del Niemeyer seguirá siendo hermosa. Cuando nosotros ya no estemos la seguirán disfrutando quienes se acerquen a esa gran plaza que el arquitecto de las curvas blancas nos regaló un día.

Quizá entonces los ciudadanos se pregunten cómo vivíamos estos tiempos en que, tras décadas sin mirar de frente a la ría, estrenamos ese maravilloso lugar pensado para que los hombres y mujeres del mundo puedan disfrutar de la paz, la cultura y la educación. Es fácil describir lo que muchos sentimos ahora: que la felicidad está ahí mismo. Solo con cruzar por esa grapa, en la que las personas que vienen parece que van y las que van parece que vienen, y dejar atrás los colores del puente de San Sebastián nos espera ese espacio civilizado que, como el Panteón, incluso vacío es hermoso. Cuando salimos del cine, del auditorio, de la torre, del club o de la cúpula, tras haber asistido al encuentro con la obra de algún creador o haber disfrutado con las palabras de alguien inteligente, mientras nos maravillamos con los cambios de la luz en esas curvas blancas, le damos gracias al viejo arquitecto por hacernos el regalo de no tener que tomar el avión para volver a casa desde alguna de esas ciudades lejanas en las que hemos vivido otras veces ese tipo de instantes. Y sobre todo de que lo disfruten también quienes no tienen medios para subirse a los aviones. Como un trozo del cielo es ese espacio tan luminoso en un tiempo que no lo es.

6 de octubre de 2012

Aprender, no separar

(Publicado en Cinco Días el 02-05-2011)
 
Promover la excelencia educativa es bueno. También lo es fomentar una vida sana. Sin embargo, nadie tomaría en serio la idea de incentivarla haciendo que los mejores médicos atiendan a los ciudadanos más saludables en centros de salud especiales o en consultas diferenciadas. Lamentablemente, en educación debemos tomar en serio lo que en otros ámbitos sería sólo un chiste sin gracia.

La propuesta de crear un bachillerato segregado para el alumnado con buenas calificaciones en la ESO ha ido variando en pocos días. Primero se planteó como una oferta para unos pocos alumnos en un centro de élite. Más que promover la excelencia, esa iniciativa la defraudaría para los miles de jóvenes madrileños que, terminando la ESO con calificación media superior a ocho, no podrían acceder a él. Ahora se plantea ampliar a todos los centros la posibilidad de crear aulas especiales, con lo que el fomento de la excelencia se podría traducir en la estigmatización de quienes no vayan a ellas.

5 de octubre de 2012

Tertulias educativas

La educación española es un desastre. Antes era mucho mejor. Los políticos cambian constantemente las leyes y cada vez la cosa está peor. Los alumnos no respetan a los profesores. El esfuerzo no se valora. La juventud está echada a perder. No sé a dónde vamos a llegar… La culpa de todo la tiene la LOGSE.

¿Le suena? ¿Lo ha oído alguna vez? Seguramente sí. Sobre la educación española este tipo de frases son las que más se oyen.

Le propongo un experimento. Reúna a unas cuantas personas que tengan más o menos su edad. A partir de los treinta el experimento ya funciona, incluso a veces también con gente más joven. Pruebe a decir algunas de esas frases. Empiece por dos o tres. Verá como varios de sus contertulios asienten. Probablemente alguno le anticipará algunas de las otras antes de que usted las diga. Con planteamientos como ese tiene el acuerdo garantizado con mucha gente.

Pruebe a hacer otro experimento. Ahora le sugiero que siga este otro guión. Intente parecer sincero.

4 de octubre de 2012

¿Igualar por abajo o definir nuevas metas educativas?

(Publicado en El País  el 06/03/2010)

Se cumplen ahora diez años de los últimos traspasos de competencias educativas, veinte de la aprobación de la Logse y cuarenta de la Ley General de Educación. Los primeros alumnos de la EGB están a punto de alcanzar los cincuenta años de edad mientras que los primeros de la ESO hace tiempo que superaron los treinta. Son las primeras generaciones de españoles en las que empieza a ser real el sueño de una sociedad plenamente escolarizada y con unos niveles crecientes de formación. Las mejores décadas de la historia moderna de España han sido también las mejores de su historia educativa.

Sin embargo, en los últimos tiempos la educación ha dejado de ser vista como la solución a nuestros problemas para ser considerada ella misma como un importante problema político y social. El éxito cotidiano de la mayoría de nuestros niños y jóvenes en las aulas, y de sus profesores con ellos, es obviado y su reconocimiento sustituido por un bombardeo de pesimismo que pone el foco de atención en las noticias sobre los fracasos de los alumnos, las dificultades de la profesión docente y los problemas de las instituciones escolares. Con la naturalización del fracaso educativo de determinados niños y jóvenes se ha puesto en el centro de la agenda política la idea de que una educación común y prolongada para todos los ciudadanos es un proyecto fallido y que es mejor promover cuanto antes la separación de los itinerarios formativos.

3 de octubre de 2012

Objetores escolares

Mucho mejor que fracasados, excluidos o perdedores. Objetores. La expresión les da pedigrí de respetabilidad. Tiene su punto irónico, pero nos suena tranquilizadora. Ellos son distintos, no les va la escuela. Son como de otra especie. Los objetores escolares merecen un respeto y un cierto trato: el del puente de plata al enemigo que huye.

Ellos no son los díscolos que queremos reinsertar por las buenas o por las malas. Los insumisos que ponen en cuestión nuestro sistema (escolar) establecido. Los objetores escolares son el contrapunto que refuerza a las personas de orden. Su deserción escolar nos beneficia. Ya lo decía un presidente de la Royal Society hace dos siglos: “El proyecto de dar educación a las clases populares es sumamente equívoco…” Mejor no hacerlo. Que se queden sólo los que quieren y pueden. O sea los nuestros. Que se vayan los otros. Los hijos de los otros. Los objetores escolares a los que ese día, el día de su salida de la escuela, les llamamos cariñosamente “chavales” y decimos que no se adaptan a nuestro sistema educativo y que prefieren optar por otras vías tan válidas como cualquier otra. Como si la suya fuera una opción. Como si realmente creyéramos que sin educación van a tener alguna oportunidad para cambiar su destino. Como si su destino fuera libremente elegido. Eufemismos y paradojas para no llamar a las cosas por su nombre. Para no hablar de segregación, desigualdad y reproducción social. Al llamarles objetores escolares no ponemos ningún reparo a que sean carne de cañón. Ellos ponen la carne y nosotros el cañón. Y al lanzarlos fuera de la escuela los despedimos con respeto. Son nuestros objetores escolares.
 (15/02/2010)

2 de octubre de 2012

¿Tarimas 2.0?

(Publicado en Divulgación y culturacientífica iberoamericana, OEI el 21-11-2009)
 
Los medios de comunicación españoles han recogido últimamente dos noticias curiosas procedentes del mundo educativo: algunos alumnos recibirán ordenadores y algunos profesores recibirán autoridad. Serán los alumnos de quinto de primaria los que recibirán el portátil, sin que nadie les pregunte si ya lo tenían. Serán los profesores madrileños los que recibirán la autoridad, sin que nadie les pregunte tampoco si la habían perdido. Los ordenadores son para la educación 2.0, esa que se basa en la comunicación, la interacción y la construcción colaborativa del conocimiento. La autoridad es para poner a cada uno en su sitio: al profesor sobre la tarima, al alumno callado en su pupitre y a los padres fuera de la escuela.

En la agenda educativa ha entrado con fuerza la educación 2.0 y la necesidad de hacer del sistema educativo la base del progreso económico y social, alfabetizando a alumnos y profesores en la lógica dialógica del nuevo mundo digital. Pero ese tema está coincidiendo en el tiempo con el debate sobre la conveniencia de fortalecer en las aulas la vieja lógica 1.0, con la esperanza de que aguerridos profesores vuelvan a subirse a las tarimas para vigilar y, si procede, castigar a los alumnos.

1 de octubre de 2012

Mácula

La mácula es el lugar de la retina al que llevamos lo que queremos mirar, no solo ver. En realidad la mácula es una mancha. Como la propia mirada, que tampoco suele ser inmaculada cuando intenta ser sincera.

En esta mácula virtual pondré mi mirada sobre algunos temas, la mayoría educativos. Habrá escritos recién publicados y, sobre todo al principio, también algunas reflexiones que tienen más tiempo. Enlazaré también otros textos más largos y algunos videos de intervenciones en las que he expuesto públicamente mis puntos de vista sobre cuestiones educativas. Para que no haya solo palabras, en esta mácula pondré también algunas imágenes de las cosas que me gusta mirar con mi cámara.