30 de julio de 2015

La religión, el bachillerato y el recurso del arzobispo

(Publicado en El Comercio y en La Nueva España el 29  de julio de 2015)
 
Antes de la LOMCE nuestro sistema educativo dedicaba a la religión 595 horas lectivas entre la educación infantil y la ESO. Un curso de primaria tiene 875 horas así que, si se pusieran todas seguidas, la religión ocuparía dos tercios de un curso escolar. No es poco. Y la nueva ley orgánica aún le da más valor a ese tiempo porque a partir de ahora la calificación de la materia de Religión tendrá los mismos efectos que cualquier otra. De hecho, quienes quieran cursar estudios universitarios con límite de plazas deberán pensarse dos veces si no les convendrá elegir la asignatura de Religión en bachillerato mejor que Anatomía Aplicada, Dibujo Técnico o Física y Química. Sobre todo si tienen en cuenta la facilidad con que habitualmente se obtienen altas calificaciones en ella.

Pero el debate no es el de si tiene sentido que en la calificación final con que se accederá a los estudios de medicina la nota de Religión tenga el mismo valor que la de Biología. No. El Arzobispado de Oviedo ha planteado el asunto en términos de agravio y ha llevado a los tribunales los decretos que regulan las enseñanzas de la ESO y el Bachillerato.

Como siempre, se apela a los acuerdos que España tiene suscritos con otro Estado. Unos acuerdos que, curiosamente, estarían incumpliendo esos decretos regionales, pero no el real decreto del gobierno ni la propia ley orgánica, que es la que realmente establece la nueva situación de la Religión: elegible en el bachillerato entre una serie de materias cuya oferta final depende de lo que decidan las administraciones autonómicas y los propios centros.