6 de noviembre de 2020

Sensatez en tiempos pandémicos

 (Publicado en Escuela el 5 de noviembre de 2020)


Prescindir de los libros de texto, de los exámenes y de las calificaciones numéricas. Si hubiera que pensar en algunas medidas que pudieran generar mejoras significativas en las prácticas de enseñanza y en la forma en que se aprende, seguramente esas serían las más relevantes. Tres años de cuarentena radical para esos tres pilares clásicos de la cultura escolar podrían tener efectos más innovadores que todas las evidencias e iniciativas acumuladas desde hace décadas por la investigación educativa, las reformas curriculares y la formación docente. El destierro, siquiera temporal, de las notas numéricas, los exámenes y los libros de texto sería una pequeña revolución escolar que facilitaría que la evaluación dejara de ser sinónimo de calificación, de depender de esas ceremonias a fecha fija llamadas exámenes y de tener como principal referente los contenidos de esos libros a los que la escuela da mucho valor pero que a nadie se le ocurriría leer si no estuviera obligado a ello.

Pero, ¿qué haríamos sin los libros de texto, sin los exámenes y sin las notas numéricas? Pues justamente eso: hacernos esa pregunta y tener que responderla. Y hacerlo poniendo al centro en el centro, sin el amparo de las taifas disciplinares ni de los tecnicismos burocráticos. Es verdad que para ello se necesitarían otras culturas docentes. Pero también es cierto que para cambiar las culturas profesionales lo que se necesita es precisamente terminar con esas rutinas tan confortables para los docentes menos reflexivos y tan poco útiles para los ciudadanos que se jubilarán en el último cuarto de este siglo (esos que están ahora en nuestras aulas). Sin embargo, es difícil imaginar una reforma normativa que se atreva a plantear unos cambios tan simples y tan radicales. Pero lo que quizá no consiga una ley orgánica es posible que lo logre este virus inesperado.

El Real Decreto-ley 31/2020 de 29 de septiembre por el que se adoptan medidas urgentes en el ámbito de la educación no universitaria, convalidado por el Congreso el pasado 15 de octubre, no prohíbe los libros de texto ni los exámenes, pero el coronavirus está haciendo que aquellos parezcan papel mojado en estos tiempos pandémicos y estos resulten bastante ridículos en contextos semipresenciales o confinados. Por su parte, sin prescindir de ellas, ese Real Decreto-ley ha removido las notas numéricas de su lugar como clave de bóveda de ese edificio asignaturesco que ha sido hasta ahora nuestro sistema educativo.