5 de noviembre de 2015

Los ojos de la escuela

(Publicado en Escuela el 5  de noviembre de 2015)

Los ojos de la guerra es el título de un documental con el que Roberto Lozano reivindicó la mirada comprometida de quienes nos muestran la otra cara del mundo. Gentes como Enrique Meneses, Gervasio Sánchez o Rosa María Calaf, que nos han hecho mirar lo que habitualmente no vemos y ver lo que algunos no quieren que miremos.

A veces pienso que en nuestros colegios e institutos nos faltan perspectivas como las suyas. Miradas que hagan visible lo que ocultan las rutinas. Que muestren que los alumnos son más que seres buenos o malos según sus resultados en los exámenes y sus actitudes en las aulas. Que pongan de manifiesto que valorar y evaluar no consiste solo en señalar con bolígrafo rojo sus errores. Y que nos recuerden que los humanos aprendemos más cuando se incentivan los intentos que cuando se magnifican los fallos.

Pero no es solo a quienes están al otro lado del currículo a los que la escuela hace a veces invisibles. También les sucede a los docentes más inquietos. Y es que la creatividad y la innovación no cotizan muy alto en algunos claustros. De hecho, impugnar las rutinas y reclamar el compromiso es la mejor manera de terminar en el ostracismo en no pocos de ellos.

24 de septiembre de 2015

Programaciones mínimas

(Publicado en Escuela el 24  de septiembre de 2015)

“Prescribe que algo queda”. Tal podría ser el dictum que orienta la relación de muchos administradores de la educación con la organización escolar. Reales decretos, decretos, resoluciones, instrucciones y circulares con referencias cruzadas, derogaciones parciales y vigencias indiscernibles hacen de las enseñanzas regladas un verdadero laberinto normativo en el que, contra la pregnancia gestaltista, la suma de las partes acaba siendo más que el todo y el mapa termina por parecer mayor que el territorio.

Desde hace décadas la inflación prescriptiva ha sido creciente en nuestro sistema educativo, pero con la entrada en vigor de la LOMCE se ha llegado al paroxismo. Sirvan de muestra algunos ejemplos.

El Real Decreto que establece el currículo básico de la ESO y el Bachillerato ocupa 377 páginas del BOE. Su desarrollo en mi comunidad autónoma ocupa 960 páginas de prescripciones y recomendaciones solo para el bachillerato. Para una materia tan marginal (aunque polémica) como Valores Éticos, que solo tiene una hora a la semana, se han prescrito en el currículo básico de la ESO más de 140 estándares de aprendizaje (de los cuales 25 terminan con las palabras “entre otros” o “etcétera”). Algunos tienen formulaciones tan curiosas como “Utiliza la introspección como medio para reconocer sus propias emociones, sentimientos y estados de ánimo, con el fin de tener un mayor autocontrol de ellos y ser capaz de automotivarse, convirtiéndose en el dueño de su propia conducta”, “Toma conciencia y aprecia la capacidad que posee para modelar su propia identidad y hacer de si mismo una persona justa, sincera, tolerante, amable, generosa, respetuosa, solidaria, honesta, libre, etc., en una palabra, digna de ser apreciada por ella misma” o “Diseña un proyecto de vida personal conforme al modelo de persona que quiere ser y los valores éticos que desea adquirir, haciendo que su propia vida tenga un sentido”.

30 de julio de 2015

La religión, el bachillerato y el recurso del arzobispo

(Publicado en El Comercio y en La Nueva España el 29  de julio de 2015)
 
Antes de la LOMCE nuestro sistema educativo dedicaba a la religión 595 horas lectivas entre la educación infantil y la ESO. Un curso de primaria tiene 875 horas así que, si se pusieran todas seguidas, la religión ocuparía dos tercios de un curso escolar. No es poco. Y la nueva ley orgánica aún le da más valor a ese tiempo porque a partir de ahora la calificación de la materia de Religión tendrá los mismos efectos que cualquier otra. De hecho, quienes quieran cursar estudios universitarios con límite de plazas deberán pensarse dos veces si no les convendrá elegir la asignatura de Religión en bachillerato mejor que Anatomía Aplicada, Dibujo Técnico o Física y Química. Sobre todo si tienen en cuenta la facilidad con que habitualmente se obtienen altas calificaciones en ella.

Pero el debate no es el de si tiene sentido que en la calificación final con que se accederá a los estudios de medicina la nota de Religión tenga el mismo valor que la de Biología. No. El Arzobispado de Oviedo ha planteado el asunto en términos de agravio y ha llevado a los tribunales los decretos que regulan las enseñanzas de la ESO y el Bachillerato.

Como siempre, se apela a los acuerdos que España tiene suscritos con otro Estado. Unos acuerdos que, curiosamente, estarían incumpliendo esos decretos regionales, pero no el real decreto del gobierno ni la propia ley orgánica, que es la que realmente establece la nueva situación de la Religión: elegible en el bachillerato entre una serie de materias cuya oferta final depende de lo que decidan las administraciones autonómicas y los propios centros.

21 de mayo de 2015

¿Bachillerato con tutoría?

(Publicado en Escuela el 21  de mayo de 2015)

Situar la tasa de abandono escolar temprano por debajo del 15 % en 2020 es un objetivo prioritario del sistema educativo español. La estrategia del gobierno para ese propósito es desviar a muchos jóvenes hacia itinerarios no académicos en la ESO e intentar que aumenten los niveles de ingreso (¿y titulación?) en la formación profesional en relación con el bachillerato.

La eliminación en la LOMCE de las tímidas medidas flexibilizadoras que la LOE había introducido en el bachillerato (por ejemplo, la posibilidad de que quienes hubieran aprobado cinco o seis materias de primero no tuvieran que repetirlas) y los cambios en las condiciones de titulación (por ejemplo, la evaluación final con prueba externa obligatoria sobre ocho materias de los dos cursos -ahora la PAU solo obliga a examinarse de cuatro de segundo-) son buena prueba de que los actuales responsables educativos no consideran un progreso social que lleguen más jóvenes a la educación superior.

Aunque cada vez son más los alumnos que cursan Formación Profesional de Grado Medio (en el curso pasado 353.533), los que optan por Bachillerato siguen siendo casi el doble (698.057 el curso pasado), con lo que la reducción del abandono escolar temprano dependerá en gran medida de lo que suceda en esa etapa. Y cambios como los señalados no auguran nada bueno.

9 de abril de 2015

¿Bachillerato sin Religión?

(Publicado en Escuela el 9  de abril de 2015)
 
La Religión vuelve a estar en un lugar privilegiado del sistema educativo español. Será evaluable y sus calificaciones computarán a todos los efectos. Y la cursarán todos los alumnos que no quieran Valores Sociales y Cívicos (en Primaria) y Valores Éticos (en la ESO). En el Bachillerato será una de las materias del bloque de asignaturas específicas. Allí la Religión será equiparable a la Cultura Científica, a la Historia de la Filosofía, al Dibujo Técnico o a materias del bloque de asignaturas troncales como Biología, Física, Química, Geografía, Historia del Mundo Contemporáneo, Literatura Universal, Cultura Audiovisual o Historia del Arte.

La Religión tendrá a todos los efectos el mismo valor que cualquiera de esas materias. Y su calificación se obtendrá por contenidos establecidos por instancias no académicas a las que el Estado ha cedido esa competencia.

Al llegar a este punto es fácil atribuir esta extraña situación al Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales. Y es justamente eso lo que convierte a lo evitable en inexorable haciendo que, al menos en Bachillerato, la Religión llegue a tener en las aulas una presencia que no se deriva de lo que realmente establece ese Acuerdo. Veámoslo.

26 de febrero de 2015

Pasión y compasión

(Publicado en Escuela el 19 de febrero de 2015)

En estos tiempos en que algunos reducen la educación a la superación de estándares de aprendizaje, quizá sea más necesario que nunca volver a hablar de los fines generales, de la virtudes humanas que dan sentido a la labor de educar. Por ejemplo, de la pasión. Esa querencia que hace de vivir algo más que sobrevivir. Ese estímulo que nos hace querer saber, querer crear y querer construir. Y también disfrutar con los saberes alcanzados, con la belleza que otros han incorporado al mundo y con lo que contribuye a preservarlo y a mejorarlo. Son las pasiones de los científicos, de los artistas, de los ingenieros, de los operarios de la profesión más modesta, de todos los que aman su trabajo y entienden que no se trata solo de tenerlo, sino de disfrutar ejerciéndolo. Pero también son las pasiones no profesionales, las que hacen que la vida sea más que una rutina, las que tienen en las artes, las ciencias, la naturaleza, la cultura y la participación social los horizontes de una vida civilizada.

Pero esas pasiones no son innatas. Por eso tiene sentido hablar de educación del deseo. Porque no se nace con deseos culturales. Más bien se contagian como si fueran (benditas) enfermedades. Así se transmiten habitualmente en las familias y en los ámbitos de socialización horizontal que los consideran como un patrimonio propio. Pero también en las instituciones educativas que entienden su labor como algo más que la suma de enseñanzas y que saben que muchos de sus alumnos no adquirirán esas pasiones en su entorno.

Orientar el deseo y fomentar la pasión por las cosas valiosas debería ser uno de los fines primordiales de la actividad educativa. Como también debería serlo promover la compasión hacia el dolor humano. Ese sentimiento, también educable, que prospera en la infancia con el cuidado de los animales, se fortalece después fomentando la actitud empática de aprender a ponerse en el lugar del otro y acaba generando en los colectivos sociales el aprecio por valores como la solidaridad, la dignidad y la justicia.

11 de enero de 2015

Entrevista en el Congreso Iberoamericano de Ciencia, Innovación, Tecnología y Educación

(Entrevista con Martín Granovsky para CLACSO tv)



Entrevista realizada el 14 de noviembre de 2014 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en el marco del Congreso Iberoamericano de Ciencia, Innovación, Tecnología y Educación. (Iberciencia)

10 de enero de 2015

El futuro de las lenguas

(Miradas de la ciencia y la educación hacia el 2021)


Intervención el 13 de noviembre de 2014 en la Sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires en el marco del Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología, Innovación y Educación.

7 de enero de 2015

Niemeyer y Cascos: el sueño y la pesadilla

(Escrito el 13  de diciembre de 2011)

He tenido un sueño. En mi ciudad, Avilés, ocurría un milagro. Oscar Niemeyer, el genial arquitecto brasileño de las curvas blancas, nos regalaba  unos bellos edificios para la cultura y una gran plaza para el encuentro entre las personas.

En mi sueño ese sueño se hacía realidad. Una noche de marzo Woody Allen y su banda inauguraban esa plaza ante más de diez mil personas. El neoyorquino era el encargado de hacer la primera programación de cine en versión original del Centro Niemeyer. Por él aparecían gentes como Julian Schnabel, Jessica Lange, Volker Schlöndorff, Isabel Coixet o Wim Wenders. Carlos Saura inauguraba la maravillosa cúpula con una exposición que, tratándose de Saura y tratándose de un nacimiento, tenía que llamarse Luz. También venían otros grandes para diferentes gustos: Yo-Yo Ma, Paco de Lucía, Gilberto Gil, Joan Manuel Serrat, Enrique Morente, Avishai Cohen, Luz Casal, John Mayal, Paquito D’Rivera, Chano Domínguez.... En mi sueño el Centro Niemeyer era un nodo cultural de primer nivel internacional que también estaba abierto a los creadores locales: Niemeyer by Fontela era la segunda exposición en la cúpula. En la sala de cine todos los días había proyecciones en versión original de grandes clásicos y también estrenos actuales y ciclos relacionados con las demás actividades del centro. Debajo del auditorio había un club para conciertos más íntimos de jazz y otras músicas. También se hacían en el Centro Niemeyer congresos, cumbres, actos públicos de organizaciones internacionales en los que Ban Ki-moon desde la ONU o Enrique Iglesias desde la SGIB nos saludaban por videoconferencia. El New York Times organizaba aquí uno de sus fines de semana culturales por primera vez en Europa. El carácter abierto y plural del Centro Niemeyer permitía que un día pudiéramos escuchar a Felipe González hablando del futuro de Europa y otro asistir a la presentación del último libro de Sánchez Dragó. Miles de escolares participaban gratuitamente en distintas actividades y algunos de ellos recibían clases de teatro de actores del Old Vic. Nuestros jóvenes se encontraban cara a cara con los grandes de la cultura y conversaban con ellos.  En mi sueño personas de todas las edades iban cada día a la gran plaza del Niemeyer para disfrutar de lo que allí pasaba o simplemente para disfrutar pasando por allí. Esta pequeña ciudad de ochenta mil habitantes y esta región de apenas un millón estaban pletóricas. Llegaban gentes de todo el mundo que llenaban nuestros hoteles y animaban nuestras calles. A finales del verano muchos venían a ver el magnífico Ricardo III de Sam Mendes que interpretaba Kevin Spacey aquí en Avilés. La prensa internacional se hacía eco de ello y se deshacía en elogios hacia el Centro Niemeyer. El sueño seguía con María Pagés que estrenaba aquí su Utopía inspirada en la obra del propio arquitecto centenario. Pero la evocación de la maldad de Ricardo III no parecía dejar que continuara este sueño utópico y de pronto surgió la pesadilla.